miércoles, 1 de febrero de 2012

Hunger hurts but starving Works


Decidí crear un nuevo blog porque siempre me someto a ese ritual. No tiene ningún sentido realmente. Borrar blogs, empezar nuevos. Es como si en alguna parte de mí misma realmente creyera que con esto empieza el "soy perfecta de aquí en adelante". No más tropiezos, no más atracones. El más lindo y perfecto ayuno de aquí a que me muera. No funciona así. Quizá este ritual en particular, este nuevo medio para plasmar mis ilusiones ridículas sobre la perfección sea diferente, porque ahora me doy cuenta de que no por ponerme plumas en la cabeza, danzar al rededor del fuego o escribirle una carta a quién sabe qué deidad divina de pronto voy a dejar de comer. Que mi camino, el cual llevo casi 5 años recorriendo, dejará de ser rocoso. Nunca será sencillo, nunca será definitivo. Voy a caerme muchísimas veces, eso nunca va a parar. Pero me gusta vivir así, me gusta vivir por algo. Me di cuenta de que cuando quiero hacer como que la comida no me importa -cosa que a veces a cierto nivel consciente logro- me aburro. Lo odio, siento que no vivo para nada. Es cierto, tener como "ultimate goal" ser delgadita como un palito suena estúpido y superficial, pero para mí va mucho más allá de comprarme la talla más pequeña y disfrutar la deliciosa sensación de que me quede grande. Se trata de vivir distinto, de vestirme distinto, de caminar distinto, de sonreír distinto. Ser bonita no es simplemente verse bien, es una forma de vida. Cuando se es delgada, o al menos los tiempos en que yo he estado delgada, pareciera que el curso de mi vida se desarrolla distinto, y me encuentro en situaciones tales que si imaginara mi vida como una película, la disfrutaría. Soy la persona que quiero ser. No sé exactamente porqué, pero la confianza de ser delgada te acerca a gente que normalmente no conocerías, oportunidades que normalmente no tendrías, y no lograría descifrar si es porque uno se ve mejor, porque uno tiene más personalidad y confianza en sí mismo, o efectivamente hay una diosa llamada Ana escondida entre las costillas que, cuando estas se empiezan a notar, emerge y hecha una mano como recompensa. (Sí, he considerado la última opción como posible. Podría ser, ¿ya?). Como sea, desde los 14 años que tengo estas ideas en la cabeza, y hasta ahora, mis 18 años y tras años de ayunos y vómitos y atracones y noches sin dormir cubierta en sudor y ahogándome de hipo, he logrado traducir todas esas ideas relampagosas en palabras. Todo lo anterior es mi definición de lo que en corto se entiende como desorden alimenticio. The Skinny Lifestyle. Sé que no es sencillo de comprender, pero ser delgada es tener un loft en Nueva York, tomarse un café en una calle de París, acostarse con un hombre casado, hacerle un cambio de look a una amiga, caminar por una playa brasilera, ser artista, ser abogada, ser bar-tender en un local del centro nocturno de una ciudad cualquiera. Son cosas, podríamos decir, normales, pero el estilo de vida va en lo siguiente: imagínense haciendo cualquiera de estas cosas, pero siendo delgada. Cambia, ¿o no? Ahora, ¿por qué cambia?; si saben la respuesta pero no saben cómo explicarla, es porque entienden a lo que voy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario